BODEGAS Señorío de Líbano, RAÍCES Y ORIGEN
Algunos nombres parecen llevar sus esencias en su propio sonido. El nombre de Sajazarra evoca resonancias de firmeza y robustez, de ese mismo vigor del que aún se enorgullecen los sillares centenarios de su castillo, de la majestad que exhiben sus torreones, sus matacanes, sus saeteras. Sajazarra trae ecos de poder, el que probó su recinto amurallado durante las muchas y cruentas refriegas entre los reinos medievales que presenciaron sus almenas.
Y en torno a Sajazarra gravitan también nombres henchidos de historia y de historias. El del Conde de Nieva, Señor de la primitiva fortaleza erguida en el siglo XIII y antepasado de Don Diego López de Zúñiga y de Velasco, virrey del Perú. O el de Don Pedro Fernández de Velasco, propietario del baluarte en el siglo XV, a quien Enrique IV nombrara Condestable de Castilla. O el más humilde de Juan Martínez, un arnedano tan devoto de su Virgen del Vico que ésta le excarceló de las mazmorras del castillo para que cumpliera su ferviente deseo de asistir a la misa del sábado.
Ya en nuestros tiempos, el nombre de Sajazarra se vincula a la familia Líbano, que adquiere el bastión, muy castigado por los años, y comienzan a restaurarlo con esmero e ilusión. Entonces el castillo les desvela su secreto mejor guardado, unos lagares para la elaboración de vino y una prensa. Tal vez un acto de gratitud, tal vez una señal.
Desde ese preciso momento, un proyecto apasionante da comienzo: se adquieren tierras en la falda de los Montes Obarenes, enclave idóneo por su suelo arcilloso-calcáreo al abrigo de los vientos; se cultivan viñedos, mayoritariamente de tempranillo; se vendimia a finales de octubre, como en toda esta zona extrema de la Rioja Alta; y se elabora la primera cosecha de forma estrictamente artesanal y, por fin, en el año 1973 se obtiene el primer vino. Luego de constatada su excelente calidad, a la altura de sus mejores vinos de la zona, se procede a su comercialización, se aumenta el número de barricas, se adecuan las instalaciones y, por fin, la bodega se traslada a unos edificios de nueva planta ubicados en los jardines del castillo y celosamente diseñados para respetar la armonía estética del entorno.
Es así, en definitiva, como nace Señorío de Líbano y una de sus marcas Castillo de Sajazarra, un vino timbrado por sus raíces y origen.